Comisiones Obreras de Navarra | 28 marzo 2024.

El sindicalismo y la identidad colectiva

  • Carta de Chechu Rodríguez, secretario general de CCOO de Navarra: "Están quienes proponen un modelo social individualista; otros queremos avanzar hacia sociedades integradoras, capaces de construir un modelo social que asegure un mínimo de calidad de vida para toda la sociedad".

30/06/2022.
Chechu Rodríguez, secretario general de CCOO de Navarra.

Chechu Rodríguez, secretario general de CCOO de Navarra.

En la era digital para comprar una casa, reservar un vuelo o para informarte ya no se necesitan mediaciones. Por eso, es preciso tener en cuenta que la actual crisis de las mediaciones no es inédita ni afecta únicamente a la política y al sindicalismo. El liberalismo nos transmite la falacia de que, en esa idea individualista de que no se necesita organizaciones de ningún tipo, el mercado es el gran organizador y regulador de la sociedad. “Hazlo tú” nos venden quienes se benefician de esa identidad consumidora y que se basa en la dispersión y el aislamiento de la gente, y que contrasta con la idea de la ciudadanía, compacta y con intereses comunes.

En ese terreno se está dando la pugna entre, al menos, dos modelos de sociedad. Están quienes proponen un modelo social individualista y quieren que las necesidades de las personas se resuelvan en el ámbito del mercado y que este sea el proveedor de derechos. Otros queremos avanzar hacia sociedades integradoras, capaces de construir un modelo social que asegure un mínimo de calidad de vida para toda la sociedad.

Durante la pandemia se movilizó un volumen enorme de recursos públicos. Una cantidad cercana al 4,3% del PIB se invirtió en salarios y prestaciones sociales para minorar el impacto social de la pandemia. Ello fue posible por la voluntad unívoca del Gobierno de España y por el sentido de sociedad que tuvimos los sindicatos que participamos en el diálogo social.

Enfrente de aquel esfuerzo, pero aprovechándose de sus efectos positivos, se colocaron quienes en la peor fase de la pandemia se dedicaron a expoliar (ellos o sus entornos) los recursos comunes. En esa senda, las grandes eléctricas y energéticas multiplican ganancias mientras que el conjunto de la sociedad estamos pagando un incremento de precios insostenible, que no se genera solo a raíz de la guerra. Se usa esta como origen y coartada en una actitud insolidaria y acumulativa.

En España, históricamente, las empresas han afrontado las crisis usando el despido como fórmula de ajuste. Ese era uno de los problemas crónicos de nuestra economía y del mercado laboral. A raíz de la reforma laboral, sin embargo, logramos quebrar esa inercia y consolidamos en la ley laboral fórmulas más integradoras de adaptación para evitar los despidos. Tratamos de cambiar un modelo que ajusta por exclusión a otro que ajusta por adaptación. Al modelo de salida de la crisis del 2008, que expulsó a miles de personas de sus empleos y casas, le pusimos frente al espejo otras políticas.

Consolidar tendencias cooperativas frente al sálvese quien pueda del liberalismo es hoy una obligación. Por eso contrarrestar el populismo fiscal es también dar la batalla en el terreno de los impuestos frente a una derecha enemiga de la fiscalidad justa y devota de los paraísos fiscales.

En este sentido desde CCOO creemos que el modelo de fijación de precios (mascarillas) o grabar los beneficios es más eficaz que bajar impuestos indirectos (IVA electricidad) o bonificar precios (gasolina). Insistir en ese camino en este momento es inútil y poco justo.

Se necesitan políticas públicas ambiciosas que logren parar la dinámica especulativa en la que están instaladas muchas grandes empresas. La inflación, sobre todo la que se llama “subyacente” que corresponde a las empresas no energéticas y productores de alimentos no elaborados, sigue al alza. Por eso seguimos reclamando un pacto de rentas que reparta los costes de manera equilibrada y evite una espiral al alza de los precios de productos esenciales.

Los gobiernos deberían actuar con determinación para profundizar en la lógica con la que se encaró la pandemia, el diálogo social fue un espacio de estabilidad y derechos que evitó un mayor descontento social.

CCOO, además de impulsar las medidas sociales, que finalmente se aprobaron, intentamos desarrollar procesos de empoderamiento colectivo. CCOO somos la solidaridad hecha organización y método. Por eso durante la pandemia ejercimos de “identidad refugio” ante las llamadas que nadie cogía o las preguntas que nadie respondía a raíz del colapso de algunos servicios públicos. Las campañas contra los sindicatos, precisamente, buscan romper los vínculos entre la gente, consolidar un modelo de sociedad fragmentado, donde la identidad de ciudadanía se sustituya por la identidad de cliente, que disfruta de una aparente libertad.

La sociedad aislada, sin conciencia política y grupal, es más propensa a ideas basadas en el odio o la exclusión del “otro”. Por eso el sindicalismo de clase es un elemento esencial en una democracia y por eso, también, es tan molesto para el poder económico y sus representantes políticos. Ante las dificultades, mirada social. Ante los discursos de odio, organizaciones fuertes. Y ante el individualismo, sentido colectivo.